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Imprescindibles
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- Micael Espín
- @micael_numero6
Cuanto más alto se sitúa una persona en la pirámide de cualquier organización más imprescindible se considera. Es lógico pues cuanto más arriba más solo se está en el escalón correspondiente y en la cima de la pirámide solo hay lugar para una persona.
Lo que a veces olvidamos es que esa persona única en su categoría proviene de categorías “inferiores” y por tanto puede ser reemplazada por otra persona de esas mismas categorías “inferiores” que están compitiendo entre ellas por ascender.
En nuestra sociedad la idea de meritocracia esta duramente prostituida y tendemos a endiosar en exceso a las personas con cargos “superiores” considerando que están ahí por tener cualidades únicas y por tanto se merecen toda la adoración y ofrendas posibles, que en los tiempos modernos se da en forma de salario y privilegios sobre los demás.
Una cosa es tener cualidades que solo una pequeña parte de la población tiene y otra es darle a una persona el escalafón de Dios al considerar que solo esa persona tiene dichas cualidades y que no las tienen ninguno de los casi 8 billones de seres humanos que habitamos la Tierra actualmente.
Por suerte a veces uno recupera el sentido común y despierta a la hipnosis de la secta meritocrática y empieza a utilizar el pensamiento racional.
Hay una tendencia que consiste en que los salarios más altos crecen más rápido que los salarios más bajos. De modo que en una organización los salarios superiores se van alejando de los salarios inferiores y pueden equivaler a decenas o incluso cientos de veces el salario más bajo de la organización.
La justificación de la sociedad que aun cree en el Ratoncito Pérez de la meritocracia es que si alguien cobra ese sueldo es porque “lo genera”.
Alguien que ha estado esforzándose y preparándose varios años inhalando el discurso de la meritocracia no se atrevería a razonar que tal vez los sueldos elevados son colocados por los mismos que los reciben. Y es posible que eso influya en que estén sobrevalorados…
Puede existir la posibilidad de que si un ejecutivo de la compañía A se sube el sueldo, otro ejecutivo de la compañía B hará lo mismo por pura envidia, esté o no justificado con su productividad. Lo cual generará una espiral de alzas salariales en los niveles más altos de las organizaciones.
Y si estamos demasiados ocupados adorando a los dioses de la gestión esperando que nos eleven al paraíso salarial, no pensaremos en que hoy en día las generaciones están más preparadas que nunca, lo que significa que encontramos una gran oferta de profesionales que podrían ocupar las posiciones más altas de las organizaciones.
Si hay tanta oferta de potenciales altos cargos, no sería descabellado pensar que son fácilmente reemplazables por un equivalente y por tanto podrían estos lideres ser menos valioso de lo que pensamos.
Por suerte algunas organizaciones han entendido la realidad, han comprendido que el conjunto es más valioso que la suma de los elementos y no consiente que las brechas dividan su fortaleza.
Hay algunas practicas que van en este sentido, cómo introducir equipos auto-gestionados que le restan importancia a la figura del gestor pues las decisiones se toman entre los miembros del equipo, dandole la responsabilidad de la gestión a los mismos.
En cuanto a este tipo de gestión democrática se mejora la generación de ideas pues dos mentes piensan más que una, aunque a veces resulta difícil cuando hay muchas voces o incluso ninguna voz, pues al no tener un claro liderazgo surgen dudas de a quién le corresponde dar la voz. Tal vez un liderazgo rotatorio podría resolver algunos problemas de la gobernanza colaborativa.
Al final un liderazgo se hace cuando se le da poder al líder que puede ser impuesto o pactado. Algunas personas nacen o más bien se forjan durante su crecimiento en el liderazgo porque se acostumbran a que le den de alguna forma ese poder ( el hijo del jefe, el capitán del equipo, etc ) y en la edad adulta se toman ese poder pues están acostumbrados a recibirlo.
Si los equipos pactan ceder un liderazgo que vaya rotando de forma que todo el mundo pueda experimentarlo, entonces tal vez casi cualquier persona podría convertirse en líder, pues tiene mucho que ver con habituarse a recibir ese poder.
Prescindible…