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La capacidad de concentración es la nueva inteligencia

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El mundo tienen una clara tendencia al picoteo entre horas, a consumir cada vez mayor cantidad de porciones cada vez más pequeñas.

Un buen libro sacia el hambre como un buen guiso, un plato contundente hecho con alimentos de primera calidad, hecho a mano sin procesamiento industrial.

Nuestra dieta se ha ido transformando desde una dieta de guisos consumidos sin prisa a una dieta de snack y comida rápida. Contenidos cortos, aperitivos y pequeños bocados de comida procesada que sacia pero no nutre, no alimenta.

En esta categoría podríamos incluir la información con la que cada vez más personas estamos arrastrados a consumir por miedo a quedarnos fuera. Esa información tan troceada y atomizada que es imposible que lleve consigo el maridaje en forma de contexto con el que se debe acompañar un buen plato.

Pequeños bocados en los que no da tiempo a saborear todos los contrastes y tener una visión completa, pues enseguida tenemos que consumir otro bocado en un sin parar, uno tras otro, bocado informativo tras otro, en un proceso industrializado. Y al no tener la información completa ni el contexto ni siquiera tiempo para procesarla tendemos a radicalizar los sabores, tenemos que elegir rápidamente sin pensar si nos gusta o lo odiamos, no cabe el punto medio pues eso seria pensar demasiado. Y en un mundo rápido no hay tiempo para pensar.

El absorber información en pequeñas porciones con grandes faltas de nutrientes no conseguimos alimentarnos con la calidad que una buena dieta requiere y nuestro estado mental se degrada. Nos saciamos pero no nos alimentamos.

Quien tenga la capacidad de aguantar sin tomar el snack informativo y tenga la paciencia necesaria para esperar a comerse un buen guiso entonces conseguirá nutrirse adecuadamente y su capacidad mental tenderá a la mejora.

Más no es mejor, acumular miles de pedacitos incompletos e inconexos de información no nos convierte en más sabios, no nos da mayor capacidad critica. Solo nos da la capacidad de responder con pobres argumentos a cuestiones complejas.

Creeremos tener la razón pues el consumir muchas de estas pequeñas dosis de información y permanecer en todo momento conectados y actualizados nos da la sensación de haberlo probado todo y “saber de todo”. Nos da la falsa sensación de experiencia y conocimiento.

En un mundo en el que la capacidad analítica y critica es un recurso escaso los discursos ya no necesitan racionalidad, tan solo necesitan respuestas sencillas y escuetas que quepan en un video de 30 segundos o en 140 caracteres.

La información fluye en ingentes cantidades, no tenemos tiempo de absorberla toda y mucho menos de desarrollar un pensamiento critico de las ideas que se transmiten. Antes siquiera de terminar de tragar ya tenemos el siguiente trocito de snack informativo preparado para ser devorado, todo muy industrializado, un retrato de la sociedad de consumo del siglo XXI. Ha llegado la revolución industrial informativa.

El hecho de consumir de manera acelerada hace que perdamos la capacidad de concentración, si estamos acostumbrados a consumir videos de 30 segundos, no se puede esperar de nosotros que aguantemos un documental de 1 hora por mucho que este tratado por un expertos en la materia y el video de 30 segundos por un adolescente que no se ha leído un libro en su vida.

Las series que hace 15 años se consumía en sesiones de un capitulo semanal durante meses ahora se consumen en un par de semanas se explotan al máximo se comentan y se olvidan. No soy fan de las series pero al ser fenómenos sociales escucho hablar de la que esta de moda y veo como pasan de ser el máximo exponente del entretenimiento a ser desplazadas por otra y quedando en olvido.

Incluso se plantea que los partidos de futbol tal vez duren demasiado y la gente ahora no tiene capacidad de concentración para permanecer 90 minutos sin aburrirse.

Veo la gente caminar por la calle como auténticos zombies en sus teléfonos sin prestar atención al ambiente, metidos en su mundo, en sus auriculares. No aguantamos un mundo sin estímulos virtuales y artificiales, estamos perdiendo esa capacidad, para nosotros los estímulos de la realidad son demasiado débiles y no nos satisfacen.

Cuando algo escasea se vuelve valioso y la capacidad de atención es un recurso en vías de extinción de ahí que marque la diferencia. La capacidad de atención esta relacionada con la paciencia, con la capacidad de aguantar sin frustrarse rápidamente y rendirse al primer signo de flaqueza, la capacidad de atención esta ligada a la resiliencia, a aguantar hasta encontrar las respuestas, pues no siempre llegan a la velocidad de la red.

Es una de las habilidades más valiosas y escasas en este siglo. Es lo que nos permite trabajar en nuestros proyectos y no rendirnos a los estímulos que nos interrumpen y nos sacan de la carretera que hemos tomado hacia nuestros objetivos.

La diferencia ya no estará tan marcada por la inteligencia, pues al fluir el acceso a la información y la formación la sociedad tiene las mismas oportunidades en ese sentido, lo que realmente marcará la diferencia es la capacidad de mantenerse concentrado.

Concentrando…