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Planificar sueños realizables

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Hace tiempo leí una frase que decía:

Pasamos más tiempo planeando nuestras vacaciones, que nuestras vidas.

Y cada vez le veo más razón, a menudo entramos en piloto automático, trabajamos durante prácticamente todo el día en la semana y llenamos el fin de semana de ocio. Trabajo y ocio, sin plantearnos nada más.

Si nos aburrimos más de dos segundos seguidos, ahí está en nuestras manos ese cacharro electrónico (desde el cual probablemente estés leyendo esto) con más capacidad de procesamiento de datos que todo el programa Apolo, que llevo un hombre a la luna. Y que nosotros utilizamos para cotillear las vidas ajenas. Ponemos nuestras neuronas en modo espectador no vaya a ser que dejen de recibir entretenimiento y se pongan a pensar por si mismas ¡que miedo!

¿Quien no ha sentido en ciertos momentos la desgana del piloto automático? Esa desgana y desmotivación cuando no tenemos planificación de nuestro futuro. Cuando no elegimos nuestro camino, sino que dejamos que nos lleve la corriente y que elijan por nosotros.

El filósofo griego Séneca lo expone claramente:

Ningún viento es favorable, en las velas de quien no sabe a que puerto va.

Tenemos más oportunidades que nunca de poder elegir la vida que querremos llevar, tenemos miles de opciones y tal vez eso haga que nos abrumemos y no sepamos cual elegir.

Analizamos y analizamos opciones pero nos quedamos parados sin tomar la decisión, esto es el famoso “parálisis por exceso de análisis”

Esta falta de claridad genera en nosotros desmotivación, ya que si no tenemos destino, no tenemos misión ni objetivo, entonces no tendremos motivos para movernos.

Ademas del exceso de opciones, hay otro exceso que nos impide pararnos, reflexionar y planificar nuestras vidas. Este es el exceso entretenimiento.

Vivimos en la era del entretenimiento. Internet es una fuente inagotable. Y si siempre tenemos la mente entretenida. ¿Cuándo vamos a tener tiempo para ponerla a pensar?

Es importante aburrirse, pararse a pensar, desconectar de todo para conectar con uno mismo. Solo así podremos conocernos de verdad. Conocer el tipo de relaciones, de amistades, de trabajo, de estilo de vida queremos.

Una vez nos tomemos el tiempo de aburrirnos, podremos realizar un ejercicio de introspección para orientarnos.

Para realizar mejor este ejercicio, debemos hacer como si el dinero no fuera un problema, como si no existieran compromisos ni ataduras.

Si de verdad tuviéramos libertad absoluta y pudiéramos tener todo lo que deseamos. ¿que haríamos?, ¿como seríamos?

Una vez contestado el “¿qué?” nos toca responder el “¿cómo?”. Para ello tenemos que tener claro todos los pasos que vamos a tener que llevar desde el punto en el cual nos encontramos, hasta la vida que soñamos. No es necesario conocer todos los pequeños detalles, pero si debemos conocer a grandes rasgos como llegar hasta ese ideal.

Si no tenemos esta claridad en el camino a seguir, es imposible lograrlo. Por tanto si no tenemos claridad, debemos modificar esta vida perfecta hasta lograr que todas las piezas encajen, hasta ver en gran medida el camino hasta llegar a ella.

Muchos gurús del desarrollo personal nos dirán que debemos seguir nuestros sueños y que si los podemos soñar, los podemos lograr, por muy difícil que sean.

Esta idea de que todo se puede lograr sea lo que sea, genera frustración. Ese discurso es peligroso, ya venga de un charlatán o de alguien que realmente lo ha logrado. Pues quien realmente lo ha logrado, sin restarle merito, lo ha conseguido con una probabilidad de éxito similar a la de ganar la lotería.

En lugar de invertir nuestro esfuerzo en comprar lotería, tal vez sería más efectivo dedicar este en emprender un proyecto.

Y a esto me refiero con imaginar la vida perfecta para luego modificar este ideal hasta algo real. Hacia un plan de futuro realizable, sin tener que depender de la suerte.

Si por ejemplo mi sueño sería comprarme un velero y dar la vuelta al mundo, pero no cuento con los medios de hacerlo. Se me plantean dos opciones. Me paso unos años ahorrando, teniendo fe de cuando pase el tiempo mi sueño seguirá siendo el mismo y tendré las mismas energías y ganas de cumplirlo. O podría tal vez pensar en hacer algo realizable como por ejemplo alquilar un velero por 30 días para viajar por el mediterráneo.

Si los objetivos son demasiado fáciles nos aburren y ni planteamos conseguirlos, si son demasiado grandes para nuestro “yo actual” no somos capaces de ver como alcanzarlos y lo dejamos para después o esperamos un golpe de suerte.

Pero si nuestros objetivos son suficientemente grandes para que nos obliguen a dar lo mejor de nosotros y por otra parte son suficientemente alcanzables, de modo que para lograrlos dependemos de nosotros mismos sin necesitar un golpe de suerte.

¿ que podría pasar ?